miércoles, 11 de enero de 2012

Enseñe a sus hijos a enfrentar el abuso en la escuela

por Neftaly Ortiz

Después de haberse trasladado a los Estados Unidos desde Irlanda, Phoebe Prince fue vituperada e intimidada durante varios meses por al menos dos grupos de alumnos en la escuela secundaria de South Hadley, en Massachusetts. Al parecer, las disputas con otras chicas durante su breve relación con un jugador de fútbol de la escuela secundaria y otro estudiante masculino causaron este desencuentro. Su tía supuestamente advirtió a los funcionarios escolares en agosto de 2009, antes de la inscripción de Prince en la escuela, que ella era “vulnerable” a la intimidación, pues había sido intimidada en Irlanda.


El 14 de enero de 2010, después de un día de hostigamiento y burla, seguido por un incidente final en el que un estudiante le arrojó una lata desde un auto mientras ella caminaba a su casa desde la escuela, Prince se suicidó. Se ahorcó en la escalera del segundo piso del apartamento familiar. Su cuerpo fue descubierto por su hermana de doce años de edad. Después de su muerte se publicaron muchos comentarios crueles en su página de Facebook.

Aunque siempre han existido los abusadores o bravucones, el incremento de la tecnología y el deterioro de la sociedad moderna está trayendo nuevos desafíos a la ya difícil etapa de la niñez y la juventud. Hoy más que nunca, es común escuchar los estragos que están haciendo las burlas en miles de jovencitos de todas las edades.

Para identificar bien el problema y encontrar una solución, tenemos que determinar el perfil del abusador. El abuso se caracteriza por una forma de agresión o intimidación repetida de parte de una o más personas hacia otra. Tiene la tendencia de ocurrir en lugares de donde es difícil escapar: tanto en el lugar de trabajo, la prisión, la escuela como en la propia casa, cuando el abusador es un familiar.

Hay cuatro tipos de abusadores:

El abusador físico. Es el típico caso de la persona que usa la fuerza física para lastimar e intimidar a otro: Le pega, lo empuja, lo patea, lo pellizca, etc. El abusador físico también roba las pertenencias del otro o lo extorsiona por dinero.

El abusador verbal. Es el caso del que usa palabras que lastiman al otro. Esto incluye amenazas, instigación, intimidación, insultos, sarcasmo, sobrenombres, burlas, difamación, grafitis; todo para hacerlo sentir inferior y ridiculizarlo. También incluye gestos hostiles, tal como hacerle muecas, mirarlo fijamente, haciéndole mala cara y volteando los ojos, o escupirlo.

El abusador relacional. Se trata de la persona que trastorna las relaciones amistosas mediante gestos de exclusión, o al compartir chismes o falsos rumores sobre la otra persona. También incluye darle la espalda, dejar de hablarle, condenarla al ostracismo o usarla como escape de alguna culpa.

El abusador cibernético. Es el típico caso del estudiante o empleado que usa los teléfonos celulares y la tecnología para amedrentar al compañero mediante llamadas amenazadoras, mensajes de textos, e-mails, mensajes instantáneos, charlas, blogs y páginas de redes sociales. Todo sirve en el ciberespacio para herir al otro.

Es importante que los padres observen algunas señales de advertencia, y de esa forma detecten a tiempo el problema y ayuden a su hijo en una situación que podría traer consecuencias muy lamentables. He aquí algunas de ellas:

•Aumento en la pasividad y retraimiento.
•Llanto frecuente.
•Quejas recurrentes de síntomas físicos, como dolor de estómago o de cabeza sin una causa aparente.
•Heridas inexplicables.
•Baja repentina en las calificaciones y problemas de aprendizaje.
•Pérdida del deseo de ir a la escuela.
•Cambios significativos en la vida social.
•Cambios repentinos en su forma de hablar; por ejemplo, auto denominarse un fracasado o referirse con resentimiento a alguien que solía ser un buen amigo.

Como padres, podemos ayudar a que los hijos formen una coraza alrededor de sí mismos para que puedan enfrentar mejor la presión de los pares. Mencionamos algunos recursos y prácticas importantes:

La comunicación: Mantener una buena comunicación con los hijos es vital para poder ayudarlos en estas y otras dificultades. Es importante tener en cuenta que en el proceso de doble vía de la comunicación —hablar y escuchar—, es mucho más importante escucharlos con interés genuino. La mayoría de los niños y jóvenes no creen que sus padres entiendan ni les interese lo que están diciendo. Ellos leen el lenguaje corporal de sus progenitores y notan fácilmente su falta de atención y su distracción.

Si como padres desarrollamos el verdadero hábito de escucharlos con interés sin juzgarlos, estamos abriendo las puertas para que nuestros hijos expresen sus sentimientos y desafíos. Cuanto más nos conectemos con ellos, estaremos más al tanto de sus asuntos y tendremos más probabilidades de ayudar a prevenir o enfrentar mejor el abuso y la presión de los pares. De esta forma podremos transmitirles nuestros valores en forma natural y en un ambiente relajado.

Aprenda acerca del uso de la tecnología. Estar al tanto de la tecnología y de la conducta de los hijos en el uso de Internet puede jugar un papel muy importante en el momento de ayudarlos a prevenir el abuso de los pares. Debemos saber con quién se comunican, cuánto tiempo dedican a estos medios comunicativos, y notar cualquier reacción emocional durante sus comunicaciones.

Afirmación y aprecio. Aunque muchas veces pensemos que nuestros hijos no valoran nuestras expresiones de afirmación y aprecio, la realidad es que éstas tienen una influencia mayor que las expresiones de afirmación y aprecio de cualquier otra persona. Esto también va a contribuir a que nuestros hijos tengan una estima propia alta, que los ayudará a enfrentar el menoscabo de su estima por parte de sus pares.

Confianza. Uno de los deseos más intensos de nuestros hijos es que confiemos en ellos. Hemos escuchado decir que “la confianza inspira confianza”. Esta declaración es una gran verdad, especialmente en la mente en formación de nuestros hijos. Si confiamos en que nuestros hijos van a hacer lo correcto y les comunicamos nuestra confianza, hay mucha posibilidad de que van a actuar de esa forma. Cuando confiamos en nuestros hijos, ellos confiarán en nosotros. Al confiar en ellos los estamos capacitando para enfrentar los abusos de sus compañeros de escuela o juegos.

Perdón. Los abusadores provocan daños emocionales y muchas veces físicos. Esto puede causar resentimiento y odio, aumentando el problema. Los padres pueden enseñar a sus hijos por precepto y ejemplo el poder curativo del perdón.

Amor. Posiblemente la herramienta más poderosa que puede esgrimir cualquier persona, incluyendo los que están siendo abusados por los pares, es el amor. Este es el consejo del hombre más sabio que ha habido en la tierra, el rey Salomón: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta y el Señor te lo recompensará” (Proverbios 25:21, 22; NVI).

Como padres, debemos recordar que no estamos solos en nuestras luchas ni en las de nuestros hijos. En la Palabra de Dios, la Santa Biblia, encontramos una promesa maravillosa: “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” (Éxodo 14:14). ¡Qué reconfortante es saber que tenemos un Dios Todopoderoso que peleará la batalla por nosotros si se lo pedimos! No le digamos a Dios que tenemos un gran problema; digámosle al problema que tenemos un gran Dios.

Fuente: El Centinela Dic 2011


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