martes, 12 de junio de 2012

Abuso de menores, se puede prevenir e informar


Tomado de El Centinela : Junio 2012
por Margie Yañez
Examinemos nuestro conocimiento en relación al abuso de menores.

Situación número 1

Es sábado de mañana y está usted sentado en un banco de la iglesia esperando que el servicio comience. Frente a usted se encuentra una familia con sus dos hijos. La niña, de apenas tres añitos, está jugando con el teléfono celular de su madre cuando de momento su hermano de seis años le quita el teléfono bruscamente a su hermana y causa que ésta caiga al piso. La madre le llama la atención a su hijo, y le pide que devuelva el teléfono a su hermana.
Pasa algún tiempo, y el niño se acerca a su hermanita que ahora está jugando con un carrito. Se lo quita, y hace que la niña se caiga y se pegue con la pared. El padre toma a su hijo del brazo y lo saca del salón. Cuando regresan, usted nota que el niño viene llorando y se cubre una mejilla. Cuando baja la mano, usted ve la silueta roja de una mano en la cara del niño. Entonces oye a la madre que le dice a su esposo: “¿Por qué le vuelves a pegar así?” Usted se pregunta: ¿Será que he presenciado un caso de abuso?

Situación número 2

Una joven de 16 años tiene relaciones íntimas con un joven de 18 años. ¿Se considera esto abuso sexual?

Situación número 3

Sus vecinos tienen tres hijos, de siete, ocho y diez años de edad. Durante la semana, usted ve que los padres de la casa se van al trabajo y los niños a la escuela. En vacaciones se quedan solos en la casa. Durante la semana todo parece calmado, pero comenzado el viernes, se escucha una constante pelea entre los padres. Los esposos se insultan y se gritan, pero que a usted le conste, nunca se han agredido físicamente. ¿Se considera esto abuso?
Si usted categorizó las tres situaciones como abuso, está en lo correcto. Las estadísticas muestran que en los Estados Unidos y Puerto Rico, durante el año 2010, se informaron a las agencias de protección de menores aproximadamente 3,3 millones de casos de abuso que involucraban a 5,9 millones de menores. Cuarenta y cinco Estados tabularon todos los reportes recibidos, ya fuesen investigados o no. De estos, un 60,7 por ciento fue considerado digno de investigación, y 39,3 de los casos no cumplían el criterio legal de abuso. De los casi dos millones que fueron evaluados, 90,3 por ciento (1.793.724) fueron investigados. De esta cantidad de informes, 436.321 fueron sustanciados como abuso; 24.976 resultaron inconclusos y 1.262.118 no resultaron validados por la evidencia.1
Aunque para algunos esta cantidad parezca pequeña en contraste con la cantidad de reportes recibidos, la realidad es que nuestra meta debe ser que ningún niño sea víctima del abuso. Debemos recordar que los niños son un regalo de Dios y Dios nos ha encomendado el cuidado de estos. La escritora Elena G. White escribió concerniente a este tema lo siguiente: “Los hijos son la herencia del Señor, y somos responsables ante él por el manejo de su propiedad… Trabajen los padres por los suyos, con amor, fe y oración, hasta que gozosamente puedan presentarse ante Dios diciendo: ‘He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová’”.2
También vale recordar que en la parábola del Buen Samaritano (ver S. Lucas 10:25-37), Jesús nos instruyó a ayudar a nuestro prójimo. Así que si aplicamos este objetivo al tema mencionado, tenemos el deber de ayudar a todos los niños que son víctimas de abuso.
Para llevar esto a cabo, es imperativo que podamos contestar las siguientes preguntas: ¿Qué es el abuso, cómo lo podemos identificar, y qué podemos hacer en cuanto a este asunto?

¿Qué es el abuso?

El abuso o la negligencia ocurre cuando un menor es maltratado o descuidado, y a consecuencia de este maltrato, recibe heridas o corre peligro. El abuso puede ser físico, verbal o sexual.
El abuso físico es definido como un trauma o heridas físicas no accidentales infligidas al menor por un padre o una persona encargada de su cuidado. También incluye la negligencia por parte de estos, cuando no protegen al menor de la persona que perpetró el abuso físico.
La negligencia física se refiere a no proveer para las necesidades básicas del menor, hasta el punto que hay daño o riesgo de daño a la salud del menor o su seguridad. Esto puede incluir, pero no se limita al abandono, la falta de supervisión, la falta de higiene física que pone en peligro la vida del menor, la falta de nutrición adecuada que atenta contra el desarrollo físico normal del menor, la falta de albergue, la falta de cuidado médico o dental que resulta en condiciones que amenazan la salud del menor, y la incapacidad de satisfacer las necesidades básicas de vestimenta del menor.
El abuso sexual incluye penetrar o tocar externamente las partes íntimas de un menor, el sexo oral, el exhibicionismo o cualquier otro acto sexual realizado en la presencia de un menor para la gratificación sexual. Además incluye el uso sexual de un menor en la prostitución, y/o para la elaboración de pornografía, y la negligencia del padre o la persona encargada del menor que no hace un intento razonable para detener el abuso sexual del menor de parte de otra persona.
El abuso emocional incluye los ataques verbales, los insultos, la degradación, la indiferencia o cualquier acto de violencia doméstica cometido en la presencia de un menor.

¿Cuáles son los síntomas del problema?3

Del abuso físico. Las lesiones frecuentes, sin o con aparente explicación. Los moretones, las quemaduras e hinchazones en la piel inexplicables, las marcas de mordeduras humanas, las quemaduras que parecen haber sido ocasionadas por un cigarrillo o por la inmersión en líquidos calientes, las áreas pequeñas de calvicie, las fracturas inexplicables, la agresividad, el nerviosismo en la presencia de adultos y el aislamiento.
De la negligencia. El abandono, la falta de cuidado médico o dental, la falta de supervisión, la vestimenta inadecuada, el hambre persistente, la falta de higiene, un aspecto de desnutrición, el aislamiento. Del abuso sexual. La ropa interior rota o manchada de sangre, el dolor o comezón en el área genital, la dificultad al caminar o al sentarse, el orinar frecuentemente o con dolor, las infecciones, la dificultad para dormir, las pesadillas, la agresividad, la tristeza y el aislamiento.
Del abuso emocional. Los problemas del habla, el desarrollo físico demorado, la violencia doméstica, la baja estima propia, el uso de drogas.

¿Cómo se puede reportar el abuso de menores?

En los Estados Unidos, puede llamar a la Agencia de Protección de Menores o a la policía local. Fuera de los Estados Unidos, a la policía local.

¿Qué información debo tener al llamar?

  • La naturaleza del incidente que le motivó a llamar.
  • La fecha y descripción de las heridas o peligros observados.
  • Los testigos del incidente e información de cómo estos pueden ser contactados.
  • Los detalles del incidente (cómo, cuándo, dónde, qué tipo de heridas tiene la víctima).
  • El acceso que el abusador tiene al menor.
  • La condición actual del menor (si necesita cuidado médico inmediato, o está en peligro de seguir siendo abusado).
  • El lugar donde se encuentra el menor.
  • Lo que dijo el menor concerniente al abuso.
  • Cómo usted se dio cuenta del abuso.4
Estas son algunas de las preguntas que se les pueden hacer al llamar. Tenga por seguro que la identidad de la persona que llama se considera confidencial y que probablemente le pidan su nombre en caso de que el trabajador social tenga alguna pregunta sobre el informe.
Es importante usar el sentido común al reportar un caso de abuso. Excepto cuando existe el abuso sexual, se podría atribuir cierta situación a un error aislado, pero cuando hay evidencia de que hay un patrón establecido o se está estableciendo, es hora de reportarlo a las autoridades.
Dios promete bendecir nuestras vidas cuando ayudamos a otros. La Biblia nos dice en Salmos 41:1-3: “Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo lo librará Jehová. Jehová lo guardará, le dará vida; será bienaventurado en la tierra, y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos. Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor; mullirás toda su cama en la enfermedad”. ¿Está usted dispuesto a aferrarse a esta promesa y ayudar a esos pobres niños víctimas de abuso?

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