“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16, 17).
AUNQUE ALGUNAS PERSONAS no se interesan por la historia, a muchas les gustan los buenos relatos. Cada pueblo tiene narraciones que explican sus orígenes, valores, relaciones y cultura. Estas historias, repetidas, son buenos instrumentos de enseñanza.
En la Edad Moderna, el arte de contar historias fue despreciado: la gente buscaba explicaciones científicas sobre la vida, pero estas no pudieron responder las preguntas más importantes de la humanidad. Hoy, una generación nueva, la “posmoderna”, ha redescubierto el poder de los relatos.
La Biblia es muy contemporánea, pues está llena de relatos. No son leyendas, ni “fábulas artificiosas” (2 Ped. 1:16), sino narraciones históricas y personales que revelan la verdad divina y la relación de Dios con el hombre: describen a personas reales, con problemas, y cómo Dios les ofreció respuestas.
Cada relato se desarrolla en su ambiente específico. Exploraremos diferentes ambientes y sus contextos históricos, para comprender mejor los personajes que estudiaremos durante el trimestre.
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